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Oratoria, negocios, liderazgo y marca personal

Era un invento fantástico. Probablemente ni él mismo llegaba a dimensionar cuánto. Su objetivo era vender la patente de invención en por lo menos U$S 100.000. Había reunido a unos hombres de negocios y Watson, su asistente, esperaba el llamado en la sala contigua. Iba a demostrar qué era un teléfono y cómo funcionaba. Todos quedaron estupefactos. Es sorprendente!, maravilloso!, repetían fascinados. … pero es un juguete, ¿Quién lo va a usar?


Estaban frente a un dispositivo revolucionario que cambiaría el mundo para siempre. Pero nadie lo compró!

La vida no funcionaba alrededor de un teléfono simplemente porque no existía. Es probable que Bell no haya sabido demostrar las posibilidades que se abrían a partir de su invento; no recreó una imagen, en la mente de esos ejecutivos, de un mundo girando alrededor de un teléfono.


Más allá de que la idea innovadora que propongas, la calidad y excelencia de los servicios o productos que vendas, la rentabilidad del proyecto que plantees, sin la capacidad de persuadir y convencer, tus probabilidades de éxito disminuyen drásticamente.


De hecho, el 80% del éxito de tu negocio, profesión o liderazgo está altamente relacionado a de tu capacidad para comunicarte. “La habilidad para transmitir una idea es tan importante como la idea misma”.


Atraer inversores, convencer a clientes, motivar al equipo, todo requiere de destrezas comunicativas. Y comunicar no es una mera transmisión de datos, información o ideas. Es mucho más.

Como líder necesitas conectar con tu equipo, con tus seguidores o con tu comunidad. Eso es lo que tienen en común los grandes líderes de la historia: ese don de llegar a las personas, conmover, entender lo que necesitan e inspirar una visión de futuro para una comunidad o país. En definitiva se trata de la capacidad de conectar e influir porque la influencia es la base del liderazgo.


Siempre aliento a los empresarios, profesionales y emprendedores a que hablen en público, a que tengan más exposición, más visibilidad. Cada presentación puede convertirse en un trampolín para lanzarte en tu carrera o para impulsar tu negocio.


La forma en que te comunicas y tu elocuencia son parte también de tu marca personal.


Te comparto cuatro estrategias:


  1. Elimina las muletillas. Las muletillas empastan el discurso, distraen del mensaje principal y puede que éste pase desapercibido. La presentación pierde impacto. Eh, este, bueno, o sea…

  2. Evita el lenguaje adolescente: Algunas personas inician su presentación con: Lo que preparé para hoy es un poco… les quiero contar, nada, … básicamente lo que vamos a ver hoy es…. Son palabras sin contenido que deslucen al propio orador, su exposición y su propia dedicación en el diseño y armado de la presentación. Nada: indica carencia Un poco: escasez Básicamente: remite a algo de poca elaboración. Por ahí: indefinición

  3. Utiliza palabras sensoriales Son aquellas palabras que nos remiten a los sentidos (vista, oído, tacto, gusto y olfato). Son muy persuasivas ya que permiten que la audiencia se recree en su mente una imagen de lo que está escuchando.

  4. Cuenta una historia Desde la época de las cavernas en que el hombre se sentaba alrededor del fuego, nuestro cerebro está cableado para escuchar una buena historia. El storytelling es una excelente estrategia para transmitir un mensaje de manera muy convincente porque genera identificación en el oyente desde un lenguaje metafórico. El poder de la historia está en que llega a los dos cerebros: el racional, analítico y el creativo, de la imaginación.


Inicié este artículo con una historia del teléfono y lo cierro marcando seis highlights del discurso en el que Steve Jobs presenta el iphone.

  1. Ausencia total de muletillas

  2. Selecciona cuidadosa y estratégicamente las palabras. Ejemplo: un invento revolucionario

  3. Varía el ritmo y velocidad de la voz. Pronuncia determinadas palabras con mayor énfasis, ejemplo: revolucionario.

  4. Hace pausas y silencios para crear expectativa.

  5. Crea un high o un in crescendo, cuando presenta el dispositivo: habla más rápido y más alto, más rápido y más alto, más rápido y más alto.

  6. Se desplaza cómodamente en escena y sabe dónde pararse para quedar iluminado por los focos del escenario.

Esa espontaneidad que muestra Jobs es fruto de una cuidadosa y estratégica elaboración del discurso y diseño de la puesta en escena sumados a horas de ensayo.


Como bien decía Shakespeare, “Las improvisaciones son mejores cuando se las practica”. Jobs, a diferencia de Bell, sabía impactar a la audiencia. Y esa forma de comunicar hace la diferencia.


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